Con pancartas, gritos y harto coraje, varias asociaciones civiles y ciudadanos se dejaron caer frente al Congreso del Estado antes de que se votara el nombramiento de Georgina como presidenta de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos. Y es que según ellos, esa movida huele a dedazo, a imposición panista y a premio por ser amiga de la góber Maru Campos.
Los inconformes tronaron duro: dicen que Georgina no tiene ni historia ni lucha por los derechos humanos, y que más bien su único mérito es estar bien parada con el PAN. “No queremos una presidenta de la CEDH que nomás venga a cuidar los intereses del poder, ¡queremos alguien que defienda al pueblo, chingao!”, gritaban al pie del Congreso.