Como si fuera un remake de película de desastre, otro incendio se desató en el centro de la ciudad, y aunque los bomberos hicieron su chamba y lograron apagarlo (porque pues tenían que), la duda sigue más viva que nunca: ¿y los hidrantes, apá?

Cada vez que el fuego decide hacer de las suyas, la historia se repite: caos, humo, bomberos partiéndose la madre, y nosotros preguntándonos si ahora sí sirven los hidrantes o si siguen siendo nomás decoración urbana. Porque la neta, entre que el gobierno municipal sigue en modo espectador y el fuego lleva tres goles de ventaja, no sabemos si esperar otros diez años o si mejor vamos pidiendo cubetas y botellas de agua para la próxima.