Washington, D.C.- La tragedia cayó como plomo la noche del miércoles, cuando Sarah Milgrim y Yaron Lischinsky, empleados de la embajada de Israel, fueron asesinados a quemarropa justo frente al Museo Judío. Lo que sería una noche normal terminó en tragedia, y lo más desgarrador: estaban a días de comprometerse. Yaron ya había comprado el anillo.

La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, confirmó los hechos y dijo que están en plena cacería del autor del crimen, a quien calificó de “depravado”. Las autoridades israelíes y estadounidenses están colaborando en la investigación, mientras amigos y familiares exigen justicia por una historia de amor que terminó en sangre.