En una noche infernal, Rusia desató el mayor ataque aéreo desde el inicio de la guerra contra Ucrania, lanzando 367 misiles y drones sobre varias ciudades, incluida Kiev. El saldo: al menos 12 personas muertas —tres de ellas niños— y más de 60 heridas, según las autoridades ucranianas.
Mientras los rescatistas buscaban entre escombros y fuego, el presidente Volodymir Zelensky lanzó un llamado urgente a Estados Unidos y al mundo, acusando que el silencio internacional solo anima a Putin. “Cada ataque terrorista ruso de este tipo es razón suficiente para nuevas sanciones”, escribió. El brutal ataque coincidió con el cierre de un canje de prisioneros en el que ambas naciones intercambiaron mil personas por bando.