Las florerías de San Jorge están más llenas que el camión de las seis. Desde antes de que saliera el sol ya había fila de raza queriendo comprar aunque sea un ramito pa’ su jefecita. El tráfico se puso de locos y no era por accidente: era por puro amor de hijo bien agradecido… o bien regañado.
Ni el calor ni la cartera vacía los detuvieron, porque hoy la misión era clara: llegar con flores a casa o al panteón, pero no llegar con las manos vacías. Las florerías están atascadas, y hasta los panteones están llenos de gente llevando su ofrenda. Hoy, la jefecita manda.