¿Creías que solo las luciérnagas o los hongos raros brillaban? Pues no: tú también lo haces. Investigadores de la Universidad de Calgary y del Consejo Nacional de Investigación de Canadá acaban de demostrar que todos los seres vivos —incluidos tú, yo y hasta los ratones— emitimos un resplandor fantasmagórico llamado “emisión ultradébil de fotones” (UPE).
¿Y qué es eso? Básicamente, son fotones de baja energía que salen de nuestros cuerpos y que solo pueden ser detectados con cámaras súper sensibles. Lo más impresionante es que ese brillo desaparece por completo cuando morimos, lo que vuelve a este fenómeno una especie de “señal vital luminosa”.
El experimento, publicado en The Journal of Physical Chemistry Letters, fue posible gracias a cámaras digitales con sensores EMCCD capaces de contar fotones uno por uno, con una eficiencia cuántica de más del 90%. Así pudieron confirmar que la vida literalmente emite luz… pero tan débil que nuestros ojos no la perciben. De hecho, según un estudio japonés de 2009, esta luz es mil veces más débil que lo que nuestro ojo humano puede captar.
Y por si te lo preguntabas: sí, tu cara es la que más brilla. Pero no te emociones, no se trata de un cutis perfecto, sino de la magia bioquímica de estar vivo.